Hoy emprendemos ruta por la costa norte de Gran Canaria. Una ruta en busca de autenticidad, historia , y rincones singulares de la isla continente.
Partimos desde Las Palmas de Gran Canaria en dirección norte. Nuestro objetivo es adentrarnos en algunos lugares de interés que nos acerquen a la esencia de esta zona de la isla sin alejarnos de la costa, sin perder de vista el azul intenso del mar en el que nos sumergiremos para refrescarnos.
¿Nos acompañas?
Ruta por la costa norte de Gran Canaria: Arucas, salinas y charcos
El casco histórico de Arucas nos llama, pero hoy le hacemos oídos sordos a su imponente “catedral” neogótica de San Juan Bautista y a los exuberantes Jardines de la Marquesa.
Nos quedamos cerca de la costa, en busca de maresía y salitre. Nuestra primera parada será en las Salinas del Bufadero, documentadas desde el siglo XVII. Estas son las únicas salinas construidas sobre roca volcánica, de las siete que aún existían hace 50 años, que siguen en activo gracias a su clasificación como bien de interés cultural en calidad de sitio etnológico por parte del Cabildo de Gran Canaria en 1997.
Los charcos sobre la roca, sellados con barro y piedras, se llenaban de agua de mar a mano, por el salinero. La tradición de la recolección de sal marina cristalizada en los charcos más alejados de la marea se remonta a los tiempos de los antiguos canarios y sigue viva en este rincón de la costa de Arucas. Es este un lugar tranquilo frecuentado por nudistas.
Seguimos rumbo al norte para darnos nuestro primer baño y empaparnos del ambiente popular de la zona. Los charcones de Bañaderos, unas inmensas piscinas naturales situadas junto a la playa del Puertillo, nos esperan con su animado ambiente familiar. La calidad de sus aguas e instalaciones está reconocida por su bandera azul.
La costa de Moya: sabor popular
Después de un refrescante baño, nos secamos al sol y nos volvemos a montar en el coche para dirigirnos a nuestra siguiente parada: la piscina del Altillo, una pequeña piscina natural punto de encuentro de los vecinos de la zona.
Al llegar, buscamos un hueco para estirar la toalla y nos sentamos a disfrutar del paisaje y el paisanaje con una tropical bien fresquita en la mano. Después de un baño en sus aguas transparentes, que se renuevan diariamente con las mareas, seguimos hacia el barrio de El Roque.
El barrio de El Roque parece una fortaleza que emerge sobre el mar, con las olas rompiéndole a sus pies. Un laberinto de callejuelas que nos hace perder el sentido del tiempo y el espacio, nos lleva hasta La Locanda El Roque, un elegante restaurante con las mejores vistas de la costa norte.
Desde su terraza podemos ver el camino que nos lleva a nuestra siguiente parada, el Charco de San Lorenzo. Una gran piscina natural de 75 metros de largo y 45 metros de ancho en la que puedes nadar y hacer snorkel. Sus aguas tranquilas son ideales para disfrutarlas en familia. Frente a ellas hay una popular zona de camping.
Historia, cultura y un paraíso secreto junto al mar en Santa María de Guía
Ccon la piel aún húmeda, nos adentramos en el Cenobio de Valerón, un granero formado por cavidades excavadas en la roca en el que los antiguos canarios almacenaban sus excedentes. Después de aprender un poco de la forma de vida de los primeros pobladores, nos volvemos a la orilla a seguir disfrutando del mar.
Llegamos a la pequeña franja costera de Santa María de Guía y nos dirigimos hacia las piscinas de Roque Prieto. Un lugar tranquilo formado por dos piscinas naturales en el que podemos relajarnos un rato al sol.
Si nos apetece seguir profundizando en la cultura local, a quince minutos de allí, en el casco histórico de Santa María de Guía, catalogado como monumento histórico artístico, podemos pasear por sus calles y visitar su iglesia de estilo neoclásico con retablos e imágenes de José Luján Pérez, uno de los imagineros más relevantes de la isla. También podemos pasear frente a la Casa de los Quintana, con su balcón mudéjar y su blasón, que data del siglo XVIII, y realizar una visita al interesante Museo de Néstor Álamo, un artista multidisciplinar que dedicó su vida a recuperar tradiciones. En su museo viajaremos por los sonidos de la isla desde la época de los aborígenes, hasta la edad actual, pasando por las influencias que han ayudado a construir nuestra cultura e identidad.
Gáldar, la deseada: mundo aborigen y charcos salados
Antes de perdernos de nuevo por la costa, y con la curiosidad por el mundo aborigen disparada tras la visita al Cenobio de Valerón, hacemos la parada de rigor en el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada, donde las piezas irán encajando y podremos conocer como era la vida en un poblado aborigen.
Saciada la curiosidad nos dirigimos hacia la costa para disfrutar de las piscinas naturales de El Agujero, a tan solo diez minutos del casco. Son tres piscinas, una de las cuales está abierta al mar y tiene arena. Encontraremos vecinos de la zona y surferos, que cabalgan las olas frente a nosotros. Las piscinas se encuentran cerca de uno de los yacimientos del importante conjunto arqueológico de La Guancha, El Agujero y Bocabarranco. El pasado aborigen nos ronda.
Seguimos recorriendo la costa norte en dirección a la piscina de La Furnia o El Clavo, una de las piscinas naturales menos conocida y accesible, ya que hay que bajar una escalera para llegar a ella. El esfuerzo tiene su recompensa.
Seguimos nuestra ruta y nos acercamos hasta el faro de Sardina, que baliza la costa noroeste de la isla, desde La Isleta a la punta de La Aldea. Desde aquí podemos disfrutar en días claros de unas preciosas vistas al Teide y de preciosos atardeceres con el gigante rojo y blanco de protagonista.
Antes de dejar el municipio de Gáldar, nos acercaremos a Sardina del Norte. Su puerto fue considerado estratégico en la época prehispánica, cuando Gáldar era el centro de poder de la población aborigen que había que conquistar. Y también jugó un papel relevante durante el siglo XVIII para el comercio de azúcar. Ahora es un apacible pueblo marinero con una playa de aguas transparentes en la que nadar y practicar el buceo, y una amplia oferta de restaurantes con vistas al mar.
Agaete, un baño con vistas a la cola del dragón
Terminamos nuestro recorrido en el Puerto de las Nieves, en el municipio de Agaete. Un pueblo marinero, con un animado puerto desde el que salen los barcos que conectan con la isla de Tenerife. Sus vistas de los acantilados de la costa oeste de la isla, conocida como la cola del dragón, sobrecogen y dejan sin palabras.
Podemos disfrutarla desde las piscinas naturales de Las Salinas, tres piscinas naturales conectadas por tubos volcánicos.
Tan solo nos queda esperar a que la puesta de sol nos encuentre sentados en una terracita con un plato de camarones y una cerveza, con la piel ensalitrada y la satisfacción de haber vivido muchas vidas en un día.
