Vigo es un excelente punto de partida para descubrir las Rías Baixas gallegas y explorar el norte de Portugal, cuya frontera está a sólo poco más de media hora en coche.
Una ciudad sorprendente y compleja en la que se entremezcla su arquitectura burguesa, su casco histórico, su importante tejido industrial y su potente puerto. Una ciudad dinámica que recibe cada día a unos 500.000 personas y que vive arropada entre el mar y el bosque.
Puedes comenzar tu recorrido subiendo al Monte de O Castro. Desde esta atalaya podrás contemplar toda la ciudad (si es que no te acompaña la boira, niebla típica de esta zona) y deleitarte con las imponentes vistas de la ría de Vigo y las Islas Cíes, que forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia. En la parte central del monte encontrarás el Castillo de Castro y sus preciosos jardines y mirador. A sus pies, en la ladera de la montaña, viajarás al pasado recorriendo la reconstrucción del poblado castreño en el que vivieron los fundadores de esta población entre los siglos III y I a.c.
Tras un corto paseo por sus famosas cuestas llegarás a la Plaza de Porta do Sol, presidida por la escultura de El Sireno y rodeada por edificios señoriales construidos por la burguesía a finales del siglo XIX. En este punto confluyen la animada calle peatonal de El Príncipe con la entrada al Casco Vello.
Si quieres descubrir el comercio local, no debes de dejar de pasear por la calle El Príncipe, en la que encontrarás numerosas tiendas. También puedes dedicar un rato a descubrir el MARCO, Museo de Arte Contemporáneo y llegar hasta La Farola, el punto de encuentro de los vigueses.
Si te apetece disfrutar de la gastronomía local, entra en las calles del casco viejo y mézclate con los locales en las tascas y tabernas que rodean la concatedral de Santa María, tómate un vino en la animada Plaza de la Constitución o degusta sus famosas ostras y marisco fresco en la zona del Mercado de la Piedra y la plaza de la Pescadería.
A unos pasos de allí encontrarás la calma dando un paseo por el Parque de la Alameda, con su zoológico de piedra y su colección de esculturas, o por el muelle deportivo, que nos recordará que Vigo es una ciudad marinera volcada al mar. Si quieres sentir el viento en tu cara, embárcate en uno de los barcos que cruzan la ría hasta Moaña o Cangas, o visita las Islas Cíes.
Pero tierra adentro Vigo también guarda tesoros como el Parque de Castrelos, un pulmón de oxígeno para los vigueses, en el que perderse por sus jardines, descubrir el arte y las costumbres gallegas en el museo del Pazo Quiñones de León o disfrutar de actuaciones al aire libre.
Hay muchos Vigos y ¡sólo tienes que elegir el tuyo!