Donat Tendeng es empresario e impulsor del turismo sostenible en Senegal. Nació en la región de Casamance, al sureste de Senegal, en 1982.
Llegó al turismo por casualidad, ya que mientras estudiaba Filología Hispánica en la Universidad de Dakar, aprovechaba los veranos para practicar el español trabajando como guía turístico. Poco a poco se fue enamorando del trabajo, hasta que decidió estudiar la carrera de Turismo y luego un Master en Dirección y Planificación Turística en la Universidad de La Laguna.
A su vuelta emprendió y montó su empresa de turismo sostenible, Ecotours Senegal, en la que trabajan él, su socio y otro empleado.
En Senegal el trabajo de guía no está muy bien visto, ya que lo asocian con los chicos que van detrás de los turistas. Hasta su propia madre le dice “Donat, con todo lo que has estudiado y trabajas corriendo detrás de los turistas”, pero él lo tiene claro “no corro detrás de los turistas, ellos corren detrás de mío y yo elijo lo que les enseño”.
Porque Donat sabe que a través de su trabajo puede realizar una gran labor: “acercar dos mundos, el occidental y el africano auténtico, a través de la realidad del país”. Una realidad en la que predomina la tolerancia, tanto entre las veinte etnias que conviven como entre las distintas religiones, musulmanes, católicos y animistas, y en la que los lazos familiares están por encima de las creencias.
Las rutas que organiza discurren por zonas fuera del circuito turístico: la exuberante zona tropical de Casamance, con sus aisladas aldeas, sus selvas y sus arrozales; el remoto País Bassari, con tradiciones ancentrales y poblados arropados entre montañas; el delta del Sine- Saloum, con su biodiversidad o la región del norte, con la histórica ciudad de Saint Louis, Patrimonio de la Humanidad y sus Parques Nacionales de Djoudj y de la Langue de Barbarie, paraísos para los amantes de la observación de aves.
Los campamentos en los que se alojan sus grupos están gestionados por la propia comunidad o por ONGs que contribuyen directamente al desarrollo de la misma, ya que tanto los trabajadores del campamento como todos los proveedores son de la zona. Se trata de descubrir el “lujo de lo básico”. Vivir en una casa construida de forma tradicional como el resto de casas de la aldea, disfrutar del silencio y de los sonidos de la naturaleza, saborear los alimentos producidos por sus habitantes, el pescado que trae el pescador, el mango recién cogido del árbol…
Donat propone “un viaje a una forma de vivir, a una forma de actuar diferente”, que ya hemos olvidado en nuestras sociedades, en las que vivimos tan rápido y consideramos una pérdida de tiempo pararnos a hablar con un vecino, o vemos como algo de otros tiempos el tener que caminar para ir a buscar agua a la fuente.
Donat recuerda como cuando niño corría a recibir, junto al resto de los niños de la aldea, a los viajeros que llegaban a su casa familiar y como atesoraba los bolígrafos que le regalaron los toubab (hombres blancos), “porque un caramelo o un globo es una satisfacción inmediata para los niños, pero un cuaderno o un bolígrafo es algo que va a valorar, a aprovechar por mucho más tiempo, así que es un buen regalo para llevar”.
Ahora el niño que escribía con su bolígrafo regalado por un toubah es el que reescribe con su trabajo diario la visión que tenemos los viajeros occidentales sobre su país, Senegal.