Sanmao, viento del este. Tras los pasos de la escritora china en Canarias

La escritora más conocida y leída en China vivió y escribió sobre su vida en España. Dejó su país con poco más de veinte años en su avidez por ver el mundo. Era la década de los 60 y vagabundeó por Europa hasta instalarse en el lugar de sus sueños: el desierto del Sáhara. Enviaba sus relatos sobre El Aaiún —en ese momento provincia española— y las Islas Canarias. Su estilo espontáneo y original al contar sus aventuras diarias cautivó al público de su país y llegó a convertirse en una de las personas más admiradas y queridas en Asia. Estableció un puente cultural y de amor entre oriente y occidente, del cual no supimos nada durante mucho tiempo. Solo desde hace cuatro años podemos leerla en España, conocer su vida y los lugares que narró en sus libros. 

«No me preguntes de donde vengo. Mi origen es muy lejano. ¿Por qué vagabundear tan lejos?».

Poema El olivo de mis sueños, Sanmao.

La escritora china Sanmao no podría imaginar que cuarenta años después, en la tumba de su marido, jamás faltarían flores frescas. Que sus miles de lectores recorrerían el mundo en peregrinación para conocer la isla de La Palma, el lugar donde descansa José.

Tumba marido de Sanmao
Tumba de José María Quero en Cementerio S/C La Palma.
Foto: Mauro Castro

La vida sigue. No fue hace tanto cuando los trabajadores del cementerio de Santa Cruz de La Palma se sorprendieron al darse cuenta de que cada vez se acercaban más turistas asiáticos preguntando por uno de los nichos. Por un tal José María o el hombre de la barba larga.

¿Por qué llegaban a ese pequeño cementerio de una isla remota miles de personas de oriente? ¿Quién era ese misterioso José? Fue así, y poco a poco, como en España comenzó a conocerse la historia de una mujer que hacía mucho tiempo y muy lejos había publicado libros sobre Canarias, sus gentes y paisajes. Que había descrito la dulzura de una vida tranquila en la islas del Atlántico junto a su marido, el submarinista español José María Quero. Y que tuvo que compartir con millones de personas la tragedia de perderle, de cómo ese océano que adoraba se había tragado sus sueños llevándose a Hexi, como le llamaba cariñosamente, el compañero de todas las aventuras que narró. 

De Chen Ping a Sanmao

Sanmao es, en realidad, el seudónimo con el que firmaba sus relatos y con el que más popularmente se la conoce. Su nombre verdadero era Chen Ping. Quiso usar el apodo en homenaje a un personaje de cómic muy querido en China que se publicaba desde los años ’30. Sanmao —«三毛» cuyo significado es «tres pelos»— era un niño huérfano de la guerra y de buen corazón que se ganaba la vida en Shanghai vendiendo periódicos o limpiando botas. Chen Ping decidió publicar su primer relato con el nombre de Sanmao porque ella se sentía como «una persona insignificante». 

Sanmao o Chen Ping nació en 1943 en la provincia de Chongqing y vivió con su familia en Zhoushan y Taiwán. Fue una joven soñadora, luminosa, vital y curiosa. Diferente a otros niños y niñas. Le gustaba leer, hacer acuarelas y recoger cosas de la basura. Aspiraba a convertirse en basurera ya que ese trabajo le permitiría andar de un lado para otro y respirar aire fresco. Cuando no quería estudiar cogía un libro de literatura de su padre y se iba al cementerio a leer porque era el sitio donde sabía que nadie podría encontrarla. 

Un artículo en National Geographic cambió su vida para siempre.

«Encontré por casualidad un reportaje que hablaba del desierto del Sáhara. Una sola lectura fue suficiente para que, sin explicación aparente, vertiera toda la nostalgia ligada a los recuerdos de mi vida en aquel territorio desconocido».

 Sanmao, Diarios del Sáhara.
Acuarela de El Aaiun
Autor: S. Erro

Deseó, y decidió en ese momento, vivir en aquel extenso y desolado lugar cuyas montañas de arena la atraían desde que había leído años atrás El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.

En 1967 llegó a estudiar a Madrid que la fascinó desde el primer día. «Llegué a España en 1967 y me enamoré de su paisaje, de su gente y de esa maravillosa lengua, el español, que sonaba a libertad y llenaba el cielo de pájaros y de luz», escribió. 

Se cambió, entonces, el nombre a Echo Chen, más fácil para pronunciar y recordar en Europa. Y en esos primeros días en la capital conoció a José María Quero, un adolescente ocho años menor que ella que vivía en el piso de arriba del mismo edificio donde residía. Él no tardó en mostrarle su amor. “Pasábamos el tiempo alegremente, como los locos por las calles”. José era muy joven y Sanmao le veía más como un amigo. Pero se reencontrarían seis años después, tras unos años en los que ella volvió a Taiwán y viajó por Estados Unidos y Alemania. Fue entonces cuando José María, conociendo el sueño de Echo de vivir en el desierto, encontró un puesto de trabajo como buzo para una empresa de fosfatos en El Aaiún y le propuso que se marcharan juntos. 

El Aaiún, antigua provincia española en el Sáhara

«Ante mis ojos se extendía un paisaje poético y desolador. Enseguida sentí que mi sueño romántico se había convertido en un gran desafío».

Sanmao, Diarios del Sáhara.

Se instalaron en la capital del Sáhara en 1973 y convirtieron una pequeña casa en las afueras de la ciudad, en la Avenida de Cataluña nº 22, en su hogar. Hoy, poco queda de la apariencia original de la casa. El blanco de la fachada pasó a ser ocre y el edificio se dividió en dos. La avenida en la que se encuentra sigue siendo amplia y al otro lado de la calle están las dunas y el río Saguía el-Hamra. Cerca, medio escondida, hay una inscripción que señala que esa fue su casa. 

Fue durante las largas horas que pasaba sola en casa, bajo el sol abrasador del desierto y acostumbrándose a vivir en las escaseces materiales, cuando comenzó a escribir sobre aquella extraña y lejana vida que estaban construyendo.

«Mis días en el desierto permanecen distantes e infinitos, sin agua, sin electricidad, sin gas ni comida. Había algo en esa situación que nos llevaba a vivir como aristócratas intelectuales».

Escribió «Un restaurante en el desierto», un relato en el que contó acerca del pequeño restaurante chino que montó en casa para dos comensales. En él preparaba deliciosos platos con los pocos ingredientes que le enviaba su madre desde Taiwán y de la fama que adquirieron entre los amigos —e incluso los jefes de José— que querían siempre comer en casa. Lo envió al suplemento diario Lianhe y fue publicado enseguida. El éxito fue instantáneo.

Siguió escribiendo y publicando periódicamente sobre la cotidianidad en aquel extraño lugar de la que quizá fue —como ella misma decía— la primera mujer china de la historia en pisar el Sáhara. Fue traductora de varias publicaciones, entre ellas las tiras de Mafalda. Viajó por el desierto, hizo muchos amigos saharauis e incluso empezó a aprender su idioma, tomó fotografías, abrió una pequeña escuela para las chicas de la zona, trataron de ganar un poco más de dinero vendiendo pescado e hizo pequeñas incursiones en medicina con algunos vecinos. Su gran corazón y buen humor hizo que no pasara desapercibida en los años que allí pasaron.

Sus historias en China fueron un viento cálido de libertad e independencia. Sanmao impregnaba de sensibilidad todas sus palabras. Las hilaba con hebras de seda, de forma delicada y sencilla, inspirando imaginación. Se convirtió en una heroína para las jóvenes de la época, fue una mujer que rompió con lo establecido y que mostró a China un mundo entero por descubrir. Gracias a ella, muchas personas decidieron estudiar español. 

«La entrada de mi casa daba a una calle contigua al infinito desierto, que se extendía suave, tranquilo y misterioso hasta el horizonte. Tenía un color amarillo tierra. Pensé que el paisaje de la luna y el de aquel lugar debían de ser parecidos. Me encantaba ver cómo el desierto se teñía de rojo al atardecer».

Sanmao, Diarios del Sáhara. 

«No existía otro Sáhara en el mundo. Desplegaba toda su belleza y ternura ante aquellos que estaban enamorados de él. Tomaba nota de tus sentimientos hacia su tierra y cielo imperturbables a lo largo de los siglos y te lo pagaba en silencio. Se comprometía en secreto contigo, pero a cambio esperaba que tus hijos y nietos saliesen todos de su vientre».

Sanmao, Diarios del Sáhara. 

Gran Canaria

“Hemos alquilado una casa preciosa en la costa. El lugar es extraordinario y la gente también es maravillosa. Canarias es un paraíso en la tierra. A veces el sonido del mar me devuelve un eco de Taiwán. En enero iré a la presentación de los cuentos; estoy deseando veros”.  

Sanmao, Diario de las Canarias. 

Con la salida de España del Sáhara tras la Marcha Verde, Echo y José tuvieron que abandonar abruptamente El Aaiún. En 1976 se instalaron en Gran Canaria. Compraron una casa luminosa en el pueblo de Telde, Playa del Hombre, muy cerca del océano.

Sanmao y Jose María en su casa en Telde
José María Quero y Sanmao Foto: Henry Chen

Hoy, la casa no puede visitarse por dentro ya que es privada. Pero hay una placa en la puerta y desde fuera, mirando a través de los barrotes, pueden imaginarse tantos momentos felices. Se encuentra en la calle Lope de Vega.

Entrada casa Sanmao en telde
Fachada casa Sanmao en Playa del Hombre

El viaje de Sanmao es la ruta emocional, cultural y literaria diseñada para seguir los pasos de la pareja en esa zona de la isla. La ruta está inspirada en el poema El olivo de mis sueños dedicado a José. El itinerario transcurre por la biblioteca del Museo León y Castillo y su patio donde solía ir Sanmao a pedir libros prestados y leer; el parque urbano de San Juan en Telde donde hay un pequeño olivo en recuerdo y homenaje a la escritora; y un pequeño jardín con callaos gigantes pintados de rojo, que recuerdan a los que le gustaba recoger de la playa para pintarlos después. 

Ir a los lugares donde vivió alguien a quien admiras es como tratar de interiorizar el mapa de lo imaginado, el escenario de lo literario. Donde su presencia estuvo alguna vez, impregnando el presente de pasado. Las casas como cuerpos que acogen y guardan. 

Tenerife

«Este año nos hemos mudado a la isla de Tenerife. Los paisajes son maravillosos y el clima es ideal: los veranos son templados y los inviernos, suaves. (…) Me gusta pasear y también me gusta el momento que conecta el crepúsculo con la noche. Nuestra casa actual se encuentra en lo alto de la ladera de una montaña. Desde la ventana se pueden divisar las casitas blancas salpicadas por las verdes montañas, que bajan serpenteando hasta el mar».  

Sanmao, Diarios de las Canarias.

Por temporadas, José María debía trabajar en otras islas. Aunque siempre mantuvieron su casa en Playa del Hombre, también vivieron en Tenerife y La Palma. La casa en Tenerife estaba en Puerto de la Cruz.

En Canarias, Sanmao se sintió feliz y libre, como apuntó en sus libros. Nadie conocía el éxito que en China había cosechado y no se sentía, como allí, presionada. Sus amigos la querían por quien era, no por el mito que se había formado. De hecho, nadie en España supo del éxito real que había causado su literatura en China. Abrumada por lo que allí sucedía, llegó a decidir no volver a publicar nunca más. Pero, fue su padre quien la convenció de lo contrario en una carta de más de diez páginas. 

La Palma

«Cuando el avión aterrizó en el pequeño y tranquilo aeropuerto, que estaba dejado de la mano de Dios, atisbé los volcanes, grandes y pesados: aquellas dos montañas albergaban fuego azul en su interior oscuro».

Sanmao, Diarios de las Canarias. 

Para Sanmao, los seis meses que pasaron en la Isla Bonita fueron de gran productividad literaria, paz y complicidad con José. Sus montañas verdes y frondosas le recordaban a las de oriente. Además, fueron a visitarla sus padres desde Taiwán, la primera vez que conocieron a Hexi. El itinerario que recorre su historia es conocida como la Ruta de Sanmao. Este es el mapa a seguir. 

«El tiempo transcurría lentamente en la isla. No teníamos acceso a los periódicos de otros lugares y el de aquella isla parecía destilar nostalgia. Con el tiempo, las noticias del mundo exterior perdieron importancia. Solo vigilábamos el mar, la casa y cuidábamos el uno del otro».

Sanmao, Diarios de las Canarias. 
Sanmao en Santa Cruz de La Palma
Santa Cruz de La Palma. Foto: Van Marty

La visita comienza en Santa Cruz de La Palma, capital de la isla, y el hogar donde residieron fue el número 306 de los apartamentos Rocamar. Con el océano entrando a través del balcón, Sanmao escribió aquí muchos de sus textos. La ruta continúa atravesando la ciudad, el bar Boxes frente al castillo de Santa Catalina, que era donde se reunían con los amigos y donde a ella le gustaba comer calamares a la romana. 

Sanmao
Santa Cruz de La Palma. Foto: Van Marty

En el centro de Santa Cruz y en un antiguo convento franciscano que se ha convertido en museo de arte y biblioteca, se recoge una exposición permanente en recuerdo a la escritora. El recorrido comprende también la que fue la oficina de José, en la calle Anselmo Pérez de Brito, donde tenía que ir a firmar sus nóminas y otros trámites. 

Es una delicia perderse por las calles de Santa Cruz y sus balcones llenos de flores e imaginar la vida en los 70. Y visitar el mercado de abastos, la Recova, sitio donde Sanmao iba en bicicleta a comprar asiduamente la fruta y verdura. En el conjunto monumental de la Plaza de España y su iglesia renacentista del Salvador —ejemplo de la arquitectura renacentista en Canarias— la pareja compartió muchos momentos de su tiempo libre con sus amigos. En el cementerio municipal, donde reposan los restos de José, se encuentra un monumento funerario creado por el artista José Alberto Cabrera. 

Monumento literario Sanmao
Monumento literario a Sanmao y José María en La Palma. Foto: Van Marty

El itinerario continúa por la Ruta Norte, desde Santa Cruz a la Fajana de Barlovento, donde en 2014 se erigió un monumento literario a Sanmao y a José María, al que se llega tras encontrarse en la carretera con la única señal de tráfico en España escrita en español y chino. Al frente, en esas aguas, fue donde José perdió la vida. Fue el 30 de septiembre de 1979 mientras realizaba pesca submarina con sus amigos.

El mirador literario fue creado por el artista Juan Alberto Fernández. Gafas de bucear y aletas, unos bancos y una plazoleta que simboliza la isla de Taiwán; los tres pelos de Sanmao y ocho callaos conforman el monumento.

Los Tilos
Los Tilos. Foto: Van Marty

Cerca de allí, se encuentra el bosque de Los Tilos que Sanmao solía comparar con los paisajes de Jiangnan, uno de los sitios donde vivió con su familia. El bosque de Los Tilos y San Andrés son las dos siguientes paradas para conocer las piscinas naturales del Charco Azul. 

Ruta Oeste. Este itinerario está inspirado en un relato de Sanmao donde pasearon por una zona de acantilados y visitaron La Cumbrecita y su mirador, El Paso y los Llanos de Aridane, Tazacorte, Tijarafe y Puntagorda para acabar en Las Tricias, en Garafía. 

La Ruta Sur recorre la zona volcánica de La Palma. Fuencaliente y Hoyo de Mazo donde fueron muchos fines de semana a visitar amigos. 

Recordando a Sanmao

Sanmao falleció hace treinta años, el 4 de enero de 1991. Nunca se recuperó totalmente de perder a José. Acabó con su vida en Taiwán doce años después. Nunca dejó de escribir y viajar. 

Las rutas que se han establecido, las películas realizadas sobre su historia y los lectores que se van sumando, son solo muestras de cariño y agradecimiento a Echo y José que acercaron a dos culturas lejanas y distintas. Ahora que puede ser leída en los lugares sobre los que escribió, conocemos la dimensión de su obra: inspiración para romper barreras, encuentro y conocimiento entre oriente y occidente, respetar al otro, sentir sin límites.

A principios de 2021, año en el que se conmemoran los «30 años sin Sanmao», se unieron la Embajada de España en Pekín, los Institutos Cervantes de Pekín y Shanghai y el Cabildo de La Palma para rendirle un homenaje en La Palma proyectando el documental La novia del desierto, de las realizadoras Marta Arribas y Ana Pérez de la Fuente. La película, que fue seleccionada en el Festival de Cine de Málaga y candidata a los Goya, esboza este puzle de piezas diversas que conforman su vida en un collage brillante de narración y edición. Aparecen imágenes inéditas y entrevistas tanto a la familia de ella en Taiwán como a la familia Quero. 

Para acercarse más a esta historia, aquí tienen el primer documental que se realizó sobre Sanmao. Un trabajo lleno de sensibilidad que se acerca notablemente a la esencia de la escritora, de la cineasta canaria Susi Alvarado: Sanmao, la vida es el viaje

«Durante el viaje os he ido enviando cartas en las que manifestaba una y otra vez que quería marcharme de este lugar para ir en busca de una nueva vida, pero, al llegar a España y empezar a hablar en español, he cambiado de parecer. Amo demasiado este país y también las Islas Canarias. Aunque corre sangre china por mis venas, España es mi amor y durante seis años eché raíces en África. ¿A dónde voy a ir a buscar una nueva vida? Aquí se encuentra el océano que tanto adoro. También hay naturaleza; sopla un viento fuerte; el Sáhara está justo en la orilla de enfrente; la tumba de José está en la isla vecina; ya estoy familiarizada con el pueblo; la ciudad es maravillosa y multicolor; tengo la casa repleta de libros y bonsáis… Aunque estoy sola, esto de veras que es mi hogar».

Sanmao, Diarios de ninguna parte.

Alba Cantón es periodista y trotamundos. Su pasión por los libros le ha llevado a fundar la editorial de literatura de viajes ‘Itineraria‘, donde invita a viajar a través de la lectura y la imaginación.

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